El término municipal de San Juan de Aznalfarache
y en especial su casco urbano posee una singularidad orográfica
dentro del ámbito territorial de la comarca del Aljarafe que sólo
es compartida en parte por Gelves y Coria del Río. El municipio y su
caserío se halla asentado sobre varias colinas propias del escarpe
aljarafeño y varios valles que posiblemente han sido fruto de
antiguos cauces fluviales hoy ya desaparecidos. Su accidentada
geografía a dado lugar a una arquitectura popular que se ha adaptado
perfectamente a las peculiaridades del terreno, adecuando y dando
soluciones constructivas a los diferentes desniveles que marcan su
orografía. El malecón, las escaleras y la arquitectura superpuesta
han franqueado las dificultades propias de un territorio donde
abundan los planos inclinados, dando lugar a fórmulas de edificación
muy singulares que son ejemplo de adaptación del territorio a las
necesidades de vivienda y de urbanización de los sanjuaneros. Aunque
para los que habitamos este rincón del Aljarafe sevillano estas
soluciones arquitectónicas pueden pasar desapercibidas, supusieron
un arduo trabajo para los constructores que escarbaron, cimentaron,
colocaron piedras y ladrillos a mano y pico, pala y azada para que,
sobre sus obras de allanamiento del
terreno en terrazas, edificasen
viviendas y solventasen el acceso a las mismas mediante malecones y
escaleras. En las calles Rodríguez Marín, Antonio Machado, Isabel
La Católica, Conde de Barcelona y Manuel López Farfán se
encuentran especialmente representado estos ejemplos que han
convertido cuestas y terraplenes en espacio urbano.
El
resultado es una arquitectura popular con algunos casos de absoluta
pericia de maestría de los albañiles (muchas veces
autoconstructores) que desde el s. XIX hasta mediados del siglo
siguiente construyeron la primera expansión urbana de San Juan a
partir del barrio bajo y que a pesar de las características
geológicas del terreno poco estable por su particularidades
arcillosas hicieron de colinas, pendientes y laderas un lugar donde
habitar para ellos y sus familias.
Esta peculiar manera en la
que nuestro pueblo ha ido ocupando un territorio poco favorable para
habitar y dominado anteriormente por olivares constituye un
patrimonio que merece la pena reconocer y valorar pues pocos
localidades de nuestro entorno han sabido ocupar un medio físico
complejo con un modelo arquitectónico tan singular que
afortunadamente hoy en día podemos seguir disfrutando.
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